Precursor

22 de Septiembre de 2023

Luis Recalde:” Tuve el rol de pasista masculino en los años 80”

El reconocido locutor de radio y docente de Gualeguaychú hace un recorrido por los comienzos del carnaval. En un diálogo nostálgico con Eterno Carnaval, “El Negro” Recalde se reconoce a sí mismo como pasista masculino de la década del 80, dando el puntapié inicial a la profesionalización de las cinco comparsas que actualmente forman parte del Carnaval del País.

Redes Sociales
Luis Recalde junto a Ojitos Gimenez y Erna Peverelli

 

“Creo que pasé por todos los roles de nuestro carnaval. Los jóvenes seguramente no conocen aquella generación del inicio del Carnaval Internacional del Rio Uruguay que luego se convertiría en el Carnaval del País. La primera vez que salí fue en 1980, cuando aparecen las principales comparsas que hoy son consagradas. Me acerqué una noche para ver un ensayo porque era algo absolutamente novedoso. Estábamos saliendo de la adolescencia, entonces fuimos con amigos al Club Independiente, donde había una comparsa ensayando. Yo ya trabajaba de locutor en la radio y me empezó a interesar desde lo periodístico, para luego participar bailando en la comparsa Kamarr”.

¿Era una época inicial donde a las comparsas los costaba conseguir integrantes?

“Sinceramente admiro mucho el cambio de mentalidad que se produjo. En aquel momento no contábamos con las actuales condiciones sociales y culturales. Actualmente tenemos una cultura carnavalera que se fue formando con los jóvenes de hace años. No era fácil romper con las barreras sociales, con roles asignados a los jóvenes de esa época, donde no había una mirada positiva y simpática, desde muchos sectores. Era desafiante para aquellos que se animaban a bailar en una comparsa. Nadie se imaginaba el presente actual de la fiesta. Se puede decir que participé de una generación de precursores, que fueron instalando las bases, de la esencia que hoy está tan arraigada en la juventud. Hoy nacen con el ritmo en la piel porque el carnaval se vive todo el año. En los años 90 pude instalar en mi programa de radio el espíritu del carnaval, sin redes sociales, sin internet. En ese espacio lográbamos un centro de difusión”.

¿Se iba a buscar a las chicas a su casa y luego del desfile se las llevaba nuevamente?

“Si. Esa era una de las estrategias del momento. No todo el mundo se animaba a comprometerse en salir a bailar. No todos tenían esa libertad y autonomía. Se pedía a las chicas a su familia para poder contar con integrantes en las comparsas. Recuerdo a nuestra querida Anita Peverelli, en la puerta de su casa en 25 de Mayo, donde se hacía la comparsa O’ Bahía, porque las chicas iban a bailar al boliche de la otra cuadra. Anita se iba a la fila de Explosión Bailable a invitar a las chicas para que salgan en su comparsa. Tenía tal encanto que las convencía rápidamente, y enseguida teníamos el plantel. Cuando llegué a O’ Bahía no era la comparsa popular que eran las otras. Me encantó conocer la familia de O’ Bahía a mitad de los 80, y terminé bailando y llevando a un montón de amigas para salir. Eran chicas lindas, muy vistosas y conocidas, que me siguieron en esa locura, porque era una especie de desafío para nosotros, hasta un gesto de rebeldía ir a un club para bailar. Creo haber contribuido desde mi lugar, a que se fuera dando ese proceso de cambio que duró varios años, hasta lograr este nivel de calidad artística que tiene actualmente O’ Bahía”.

¿Qué sentís por el carnaval?

Amo el carnaval. Amo las cinco comparsas, por eso cuando llega el momento de la competencia, nunca está todo dicho. Se trata de una búsqueda noche a noche, es una lucha punto a punto. Realmente es una hermosa competencia de carnaval. Es un nivel muy alto y parejo, más allá de las diferencias de estilos, de las improntas de los directores, de los altibajos que siempre tiene cualquier emprendimiento. Todo lo que pasa a nivel artístico se lo debemos también a la gran obra que es el Corsódromo, que desde su inauguración se podía ver claramente que se trataba de algo que no tenía techo. Que se trataba de un piso, de un despegue, y de ahí en más solo hemos visto cosas grandiosas”.

¿Cómo era para los hombres ingresar a una comparsa en los años 80?

“Hace poco se habló de la incorporación de pasistas masculinos como una novedad. Yo te confirmo que ya hubo algo así. El carnaval es un espectáculo teatral con desplazamiento, con un estilo de carnaval marcado. En los comienzos de la historia el baile era un espacio reservado para los hombres, en las cortes bailaban los hombres. Pasó mucho tiempo hasta que se incorporaron mujeres a los espectáculos de baile, y hasta darles un lugar preponderante. La danza es inherente a la naturaleza humana por lo tanto no tiene sexo. En la antigüedad se usaba como entrenamiento guerrero por eso los hombres eran protagonistas. Te puedo decir que tuve un rol de pasista masculino en la etapa de O’ Bahía, que siempre fue de avanzada en cuanto al criterio estético. Se fijaban mucho en la composición humana y social. La O’ Bahía antes del Carnaval del País, era muy popular, que se caracterizaba por cuerpos que no eran hegemónicos. Se mostraban cuerpos exuberantes, de mucha belleza, de portes de mujeres aún más embellecidos con los trajes de carnaval. Recuerdo que la gente esperaba que llegara O’ Bahía porque era distinta a las demás. Cuando ingreso a la comparsa me ponen de acompañante, que era una figura que existía, y que tenía un rol secundario ante la pasista femenina. Hubo mucha generosidad conmigo, porque yo iba acompañando a Erna (Peverelli) y a Ojito Giménez. Había muchas ovaciones de parte del público, que supongo que también me conocían de la radio. Todo era muy espontaneo, a la gente le gustaba y a nosotros también”.

 

 
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