Fabián Magnotta detalla el asesinato en Entre Ríos, en plena dictadura, del exdiputado Muniz Barreto, planeado como un "accidente". La elección de la provincia para ejecuciones y desapariciones y fuertes rumores sobre el delta, además de los vuelos.
Para la dictadura conducida desde Buenos Aires, Entre Ríos siempre fue una tentación. Tan a mano, tan cercana, con tanto temor y tanto silencio, con tantos lugares para actuar.
El caso del exdiputado nacional Diego Muniz Barreto (FreJuLi, 1974), es casi desconocido en la provincia. Dramático, conmovedor, para el cine criminal… es hora de contarlo.
Muniz Barreto procedía de clase alta, pero terminó vinculado a la izquierda política en los setenta. Tenía 43 años, era empresario pesquero y en 1974 se había ido del país por amenazas de la Triple A. Ya le habían enviado a su casa una bomba en un paquete por correo, y él tuvo la intuición de no abrirlo. Formó parte de los diputados de la Tendencia que renunciaron por oponerse a las leyes represivas. De ese grupo, casi todos fueron asesinados.
Muniz Barreto, pese a todo, había regresado al país poco tiempo antes de la cruel pesadilla.
El exdiputado fue secuestrado junto a su secretario, Juan José Fernández, en Escobar, el 16 de febrero de 1977, por los muchachos del comisario Luis Patti, ya condenado.
Muniz Barreto y Fernández estuvieron en la Unidad Regional Tigre, y luego en Campo de Mayo. Antes de salir del Campito los hicieron ducharse y afeitarse “igual que cuando llegaron” y les devolvieron la ropa para que se pusieran junto con sus objetos personales. Encapuchados les hicieron firmar que recibían el auto “de conformidad”. Siniestros y planificados.
Así, Muniz Barreto fue al destino final con el jean y la camisa a cuadros que vestía aquel día del secuestro en Escobar.
Desde Campo de Mayo, el 5 de marzo de 1977, partió la delegación genocida. A Fernández, de sólo 27 años, lo llevaban en el baúl del Fiat 128 verde de su jefe. A Muniz Barreto lo trasladaban en otro auto. Ellos creían que irían a una cárcel en Chaco, como otros detenidos. Debido a que Muniz Barreto era una figura pública, pensaron en fabricar un “accidente”.
“Cuando se ha temido la reacción de determinados sectores sociales por la identidad de las víctimas, o ante la imposibilidad de simular un enfrentamiento armado, la técnica aplicada ha sido la de simular un accidente. Así sucede, por ejemplo, con el Obispo de La Rioja, Monseñor Enrique Angelelli, con el exdiputado nacional Diego Muniz Barreto o con el Teniente Coronel Bernardo Alberte, entre otros”, dice Eduardo Luis Duhalde en el libro El Estado terrorista argentino.
*RUMBO A VILLAGUAY
Como una curiosidad, los genocidas no utilizaron el sistema de balsas que fue reemplazado por el complejo Zárate-Brazo Largo, que era el ingreso lógico a Entre Ríos, sino que fueron por ruta desde Campo de Mayo a Santa Fe, pasaron por el túnel subfluvial, y ya en Paraná enfilaron hacia Villaguay. Se detuvieron en el arroyo Moreyra, en el límite entre Paraná y Villaguay, en Raíces Oeste.
Los viajeros llegaron de día el domingo 6 de marzo. Estuvieron unas horas en un descampado y de noche ejecutaron el “plan accidente”.
El arroyo tiene un puente y seis aliviadores. Frenaron en el que está ubicado sobre la parte más profunda.
“Conocían la zona y eligieron el lugar, sin dudas, hay militares que tienen campos en la zona. Eligieron la parte más honda para tirar el auto”, apunta Guillermo Almeida, exresidente en Villaguay que colaboró en la investigación del caso.
Muniz Barreto murió allí. Fernández logró sobrevivir por milagro y se exilió en París, donde falleció de un infarto 5 años después, tenía 32. Su viuda encontró entre unos papeles el relato de los hechos en primera persona.
El joven secretario había sido dopado, pero por alguna razón la inyección no logró dormirlo del todo.
“El que conducía mi auto (el Fiat 128) puso la trompa apuntando hacia la banquina, pero uno de los otros le dijo ‘no, ponelo así’ y le habrá hecho una seña (yo seguía simulando estar dormido pero con los ojos entreabiertos), entonces dio marcha atrás y lo puso con la trompa apuntando a la banquina pero en dirección opuesta a la que veníamos, detuvo el auto, se bajó y cerró la puerta, mientras uno de los otros se acercó por delante y en el momento que escuché una voz que decía ‘empujalo’ éste arrojó una gran piedra sobre el parabrisas rompiéndolo y el auto se desbarrancó. Presumo que dio un tumbo hacia adelante y cuando quedó detenido, en posición invertida, ya estaba entrando agua rápidamente y en gran cantidad, y antes que ésta me cubra alcancé a tomar una gran cantidad de aire y comencé a buscar por donde salir (…) Entonces nadé por debajo del agua hasta un lugar donde ésta era menos profunda y por otra parte se me acababa el aire (…) Me quedé acostado en el agua sacando apenas la cabeza para respirar”, relató.
Agregó que “Cuando llegué a donde estaba el Fiat, el agua lo cubría totalmente (…) descubrí que la ventanilla trasera estaba parcialmente abierta y al introducirlas dentro toqué un pie de DMB y lo apreté y lo moví un poco, pero tuve el convencimiento de que estaba muerto”.
Muniz Barreto estuvo desaparecido 21 días. Su hija Juana cuenta que en Radio Colonia escucharon que había fallecido en un accidente en Entre Ríos.
Los represores les habían dejado el documento y dinero, para reforzar la idea del accidente cuando fueran hallados. En su huida, Fernández hizo dedo hasta Paraná. Fue al hotel Mayorazgo y llamó a un amigo que conocía por el rubgy. Lo notaron raro, cansado, mal vestido y llamaron a la Policía. Volvió detenido a Villaguay, acusado por el juez de Instrucción Luis Peschiera de homicidio culposo y abandono de persona. El médico Eduardo Schin escribió en el informe de autopsia que Muniz Barreto tenía un shock en la nuca.
Fernández recuperó la libertad meses después, y se escondió en Buenos Aires hasta el exilio. En Campo de Mayo creían que había muerto en el arroyo Moreyra.
“A papá lo desnucaron con un golpe, ya estaba muerto cuando el auto cayó al arroyo. El auto quedó con las ruedas para arriba. Todo fue armado para que el auto y los cuerpos fueran encontrados”, explica Juana Muniz Barreto.
“La noticia de la desaparición fue publicada en el Herald y La Opinión. El parte oficial con el accidente fraguado fue publicado en La Nación. El que dio la noticia precisa de que mi padre había sido desnucado, fue Rodolfo Walsh en un cable de la agencia ANCLA”, agrega.
Es interesante observar la relación Escobar-Tigre-Campo de Mayo…y Entre Ríos. Todo un circuito represivo y genocida.
Para una ejecución compleja en los tiempos de hierro, los genocidas con sede en Campo de Mayo eligieron un apartado lugar de Entre Ríos.
*PROVINCIA A MANO
El caso expone la conexión Campo de Mayo-Entre Ríos. Las sospechas apuntan también a varios fusilamientos y secuestros en las rutas y en ciudades de Entre Ríos (hay varias causas), y obviamente a los vuelos de la muerte en el delta entrerriano, ya que son varios los testimonios que hablan de helicópteros verdes e incluso aviones. Casualmente, los centros clandestinos de detención con capacidad aérea para la desaparición de personas eran Campo de Mayo y Esma y alguno más satélite con vínculos con la base de El Palomar. No hay tantas alternativas para buscar el origen de los vuelos hacia Entre Ríos. Quizás algunos desde Rosario.
El sur de Entre Ríos, estaba al alcance para las dos estructuras operativas de la dictadura en la zona. Por un lado, el Area Naval Fluvial con sede en Zárate, que manejaba todas las Prefecturas de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay, y el delta. Se llamó Fuerzas de Tareas 11 (FuerTar 11).
En cuanto al Ejército, se organizó en la Zona 4, dependiente del Comando de Institutos Militares con sede en Campo de Mayo. Comprendía 3 de Febrero, San Martín, Vicente López, San Isidro, San Fernando, General Sarmiento, Tigre, Pilar, Escobar, Exaltación de la Cruz, Campana y Zárate. A su vez, de a dos ciudades se organizaron por áreas. Zárate y Campana eran el Área 400. Policía de Entre Ríos también dependía del Ejército con sede en Rosario.
*COLECTIVOS Y CAMIONES DE LA MUERTE
Recientemente recibí el siguiente mensaje.
“Estaba mirando la nota sobre los vuelos de la muerte y te quiero decir que yo en el año 76 en Zárate de donde soy, escuche por primera vez que de la Prefectura de Zárate había salido un colectivo particular a la noche con gente que parecía drogada y que cruzaron en la balsa (no sé si los dos ríos) y que al llegar a un lugar hicieron bajar al chofer y siguieron los de Prefectura y al rato sintió tiros y después volvió el colectivo vacío. Quien me contó esto falleció, así que no pude saber más nada. Lo que siempre me quedó en la memoria es que me habló de gente drogada cuando en ese tiempo no era común”.
El complejo Zárate-Brazo Largo sobre los ríos Paraná de las Palmas y Paraná Guazú, fue inaugurado por Videla en diciembre de 1977. Hasta ese momento, la conexión era por balsas desde la isla Talavera (ruta nacional 12), hasta Ibicuy y Zárate.
Las balsas eran controladas por el destacamento militar Ignacio Loyola, que dependía del Segundo Cuerpo de Ejército (Rosario). Investigadores y organismos de Derechos Humanos de Zárate, apuntan que en Loyola funcionó además un centro clandestino. Otro centro cercano fue en la isla de Zárate, a cargo de Policía de Buenos Aires.
En cuanto al puente, una mujer cuyo padre trabajó en la obra del complejo vial, ha relatado que “a la noche, a la madrugada venían los camiones verdes, de la isla y de Buenos Aires, y tiraban bultos al río, y algunos lugareños encontraban cuerpos. Es zona de remolinos, la mayor cantidad de remolinos está ahí, entre las dos columnas del puente”.
Sumado a esto, los rumores a que me refiero en el libro “El lugar perfecto”:
“Existió un mito que circuló después, según el cual muchos restos de detenidos-desaparecidos habían sido arrojados “a los pilotes de las bases” de los dos puentes del complejo Zárate-Brazo Largo”.
“El rumor en Zárate indicaba que “se descargaban camiones con detenidos y se volcaban en los pilotes del puente”.
“Las empresas constructoras fueron Chacofi S.A.; Techint Albano; Christiani y Nielsen Compañía Argentina de Construcciones S.A. Techint fue reiteradamente acusada de fuertes vínculos con la dictadura. Hay fuentes que aseguran que el 17 por ciento de los obreros metalúrgicos asesinados en la dictadura trabajaban en Siderca, empresa del grupo Techint, en Campana. El Tiro Federal de Campana está al lado de la fábrica y era un centro clandestino de detención”.
“Buena parte de la obra de Zárate-Brazo Largo fue supervisada por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que estaba intervenido por la Marina”.
Más allá del “mito”, en una presentación del libro en Escobar, un docente me dijo que un albañil amigo suyo le contó que vio el lanzamiento de cuerpos a los pilotes en construcción. El testigo hasta ahora no ha querido reunirse conmigo. El miedo está aún vivo.
Están registrados varios hallazgos de muerte violenta en rutas y campos de Entre Ríos, en el sitio http://www.desaparecidos.org/GrupoF/des/n.html
Asimismo, hay testigos que hablan de la constante circulación de Falcon verdes en la zona de Puerto Constanza hasta Mazaruca, en Ibicuy. Mazaruca fue una base de la Fuerza Aérea que luego fue utilizada como base norteamericana para ejercicios militares. Otro misterio que seguramente esconde algunas respuestas.
En plena balsa, como en una película de época, un matrimonio fue secuestrado mientras viajaba por la zona del pasaje Talavera, según los pocos datos disponibles hasta hoy, el 14 de junio de 1976.
Se trata del caso de Nanci Gladys Cerrudo de Flores y su esposo Antonio Flores. Vivían en Campana. No hay testimonios sobre la presencia de ellos en algún centro clandestino de detención. Nunca más aparecieron.
El autor de esta nota era un niño en tiempos de la balsa. Mi viejo subía el auto y recuerdo que tomábamos helado. Estacionábamos en la balsa, que cruzaba lentamente el río, y los autos estaban uno al lado del otro. Sorprende pensar que secuestraron a dos personas ahí mismo. Habla de la impunidad. Quizás en el caso de Muniz Barreto, fueron más prudentes y optaron por no utilizar la balsa porque trasladaban a dos personas en los baúles. O ya habían elegido el arroyo en Villaguay.
*ENTRE RÍOS, TODOS LOS VERDES
Helicópteros verdes, camiones verdes, Falcon verdes, colectivos con secuestrados que cruzaban por la balsa controlada por el Ejército…Demasiadas coincidencias.
“Entre Ríos, todos los verdes”, fue un magnífico slogan turístico que apunta al juego de la naturaleza en ese mapa. En la dictadura, tiene otro sentido.
Para remarcar, que todo lo que se hacía desde la organización de la represión en el norte de Buenos Aires (Zárate, Escobar, Campana, Tigre, San Fernando, etc) se coordinaba desde Campo de Mayo.
Corresponde preguntarse si el lugar del arroyo en Villaguay fue elegido al azar, o hay más para buscar en la zona.
El auto fue rescatado y los lugareños recuerdan que estuvo mucho tiempo al costado de la ruta, como una dura imagen del “accidente” en el arroyo Moreyra en aquella noche amable y rota, alumbrada por la luna de marzo.
Años después, ya en democracia, el ministro del Interior de Videla, Albano Harguindeguy, llegó como administrador a la estancia Las Cruces, en Gualeguaychú.
El corpulento genocida, en la época de unos 60 años, vestía como hombre de campo y se entretenía disparando a tarros que colocaba sobre los postes de los alambrados, con admirable puntería. Jugaba a romper el silencio del horizonte, al fin y al cabo siempre manejó al silencio.
En una zona que se había utilizado para la muerte, el hombre que lo sabía todo, paseaba con su mate bajo el brazo entre los pájaros, los perros, las gallinas y los árboles, y disfrutaba del sol de la mañana y de la brisa del río Uruguay.
Acaso en Entre Ríos todavía queda bastante por decir. Nadie se percata –decía Spinetta- que los árboles murmuran.
Autor del libro “El lugar perfecto” (vuelos de la muerte en el delta de Entre Ríos).
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