"Las imágenes de la AMIA son huellas imborrables que no tienen comparación en mi vida como bombero" dijo Gómez

Gómez expresó en RADIO MÁXIMA que “hay imágenes que son imposibles de olvidar”.

Gómez recordó que “aquel lunes 18 de julio de 1994 había entrado de guardia a las 8 de la mañana en el Cuartel Central de los Bomberos de la Policía Federal, en la avenida Belgrano de la Capital y después de desayunar escuchamos la explosión y pocos minutos después ya sonó la alarma interna y se nos informaba que se trataba de una salida por explosión con personas atrapadas en Pasteur al 600, o sea a menos de 20 cuadras del Cuartel. Cuando nos faltaban unas diez cuadras para llegar, empezamos a tener dificultades para llegar por el tránsito y ahí nos empezamos a dar cuenta de la dimensión de lo que acababa de ocurrir”.

“Lo primero que vimos al llegar, relató Gómez, además del edificio de la AMIA derrumbado, fue gente deambulando, algunos heridos con metralla como el chofer de un camión de reparto de panificados que tenía todo su cuerpo impactado y que cayó delante nuestro. Lamentablemente esta persona después falleció. Lo primero que hicimos fue comenzar a auxiliar a las personas que encontrábamos en el exterior de la AMIA y después cuando ya hubo mas personal sanitario en la zona comenzamos a trepar la montaña de ladrillos a buscar gente que podía estar atrapada, de hecho de los 85 muertos, 67 quedaron sepultados bajo los escombros. Me tocó estar en la remoción y en el rescate de personas, algunas con vida y otras lamentablemente ya fallecidas”.

Gómez mencionó que “mucha de la gente que quedó atrapada viva fue detectada por nosotros y cuando la escuchábamos le pedíamos que golpeara con alguna piedra o resto que tuviera a mano para poder determinar exactamente como llegar hasta donde se encontraba. Después me tocó trabajar en el segundo subsuelo del edificio con otro compañero donde la estructura estaba totalmente colapsada, estaba totalmente oscuro y lleno de agua. Trabajé desde poco después de producida la explosión hasta pasadas las 11 de la noche, fue algo que jamás voy a poder olvidar”.

“En un momento determinado –recordó Gómez- fuimos a un edificio colindante a la sede de la AMIA que había quedado afectado por la explosión y ahí encontramos personas fallecidas y restos de un vehículo que después se supo que eran partes de la Renault Traffic utilizada para cometer el atentado”.

“En lo personal, y a pesar de que uno está acostumbrado por la actividad a estar en catástrofes, accidentes o incendios de magnitud, las imágenes de la AMIA, son huellas imborrables que no tienen comparación en mi vida como bombero”, dijo Gómez y “espero que haya justicia para toda esta gente que perdió seres queridos o que resultaron heridos”.