OPINIÓN

15 de Mayo de 2016

Lozano: San Isidro Labrador y los campesinos de hoy

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

Redes Sociales

 

Hay personas que viven en el campo vinculados a la tierra en el trabajo cotidiano. Están arraigados como familia. Están pendientes de las inclemencias y las bondades del tiempo. Los niños deben recorrer importantes distancias para ir a la escuela y a la catequesis. En muchos casos también están lejos de los centros de salud.

Algunos forman parte de tareas de producción en gran escala, y ese es un trabajo, pero no siempre su fuente de alimentación, ya que tanto los cultivos como los animales son comercializados en lugares lejanos. Otros, en cambio, trabajan con sus manos para la propia alimentación familiar y la venta o el intercambio en ferias francas en los pueblos más cercanos.

Muchos pequeños o medianos productores cotidianamente renuevan su compromiso con la tierra y el trabajo. Sus estilos de vida y de consumo son amigables con el ambiente. Sin caer en miradas ingenuas o naïf, fomentan relaciones de cercanía con sus vecinos.

En una recorrida por el norte del país he sido testigo con dolor de cómo ese clima de buena vecindad se pone en riesgo por el afán de lucro, sin tener en cuenta cómo algunas prácticas “beneficiosas” (lucrativas) para uno, perjudican a sus vecinos. Es así hay quienes fumigan sin respetar las normas, sin considerar la dirección del viento, ni tener en cuenta los daños que provocan a la salud de las personas y a la supervivencia de animales o plantaciones.

En los estilos de agricultura familiar se promueve la cultura del trabajo, se vincula la actividad cotidiana con la tierra, la preocupación por su cuidado. De esta actividad participan comunidades aborígenes, criollos, migrantes en varios lugares del país. En cada Región con características diversas según la geografía, el clima, las tradiciones. Muchos combinan la huerta con cría de algunos animales.

Cuando las políticas públicas no cuidan el trabajo en el campo, empujan a los pobladores a desarraigarse y engrosar los cordones de pobreza de las grandes ciudades. En muchos casos se tiran por la borda decenas de años de cultura del trabajo. Y después nos quejamos.

San Isidro Labrador fue un trabajador del campo, y su esposa, Santa María de la Cabeza, mujer de hogar. Era una familia sencilla, feliz. Gustaban salir a pasear los domingos con sus hijos. Isidro participaba todos los días bien temprano de la Eucaristía antes de ir al campo. Si bien era poco lo que ganaba, siempre dedicaba algo para ayudar a los pobres. Nacieron en España a fines del XI, y vivieron y trabajaron en el campo cerca de Madrid.

Hoy, 15 de mayo, se conmemora su Fiesta. Feliz día entonces a los hombres y mujeres que trabajan en el campo.

Por su experiencia vital, la gente ligada al campo sabe muy bien que los “procesos de maduración” requieren ciertas condiciones para desarrollarse y producir buenos frutos: trabajo; perseverancia; cuidadoso y, podríamos decir incluso, un amoroso respeto del tiempo necesario para cada especie; paciencia; una porfiada esperanza que invita a levantarse cada vez, a mirar más lejos, a confiar en la promesa que encierra cada semilla de generar lo que necesitamos para saciar el hambre. Casi las mismas condiciones que se requieren para pasar de usufructuarios de un bien o una situación (estoy aquí en tanto me resulte útil) a constructores responsables del presente y el futuro (miembros de un pueblo).

Poseer esa experiencia vital, ganada con sudor pero también recibida como donación de generaciones anteriores y sostenida con el aporte de toda la sociedad, compromete a la gente ligada al campo a compartirla, poniéndola a disposición de todos los que deseamos y trabajamos para encontrarnos cada día más hermanados en la aspiración de construir nuestra historia como Pueblo.

También hoy es la Fiesta de Pentecostés. Celebramos el momento de la efusión del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los Apóstoles, dando así origen al tiempo de la Iglesia, de la misión. El Espíritu nos acompaña, fortalece, envía para dar testimonio de Jesús. Todos lo recibimos el día del Bautismo, somos Templos suyos.

Mañana se conmemora a “María Madre de la Iglesia”, Patrona de nuestro Seminario Diocesano de Gualeguaychú. Tendremos la misa a las 20 hs. Te invito a participar y a rezar por los seminaristas.

Te  comparto además un par de actividades que te propongo: el padre José María Vallarino presentará mañana, lunes 16, a las 14.30 hs, su libro “La misericordia de Jesús” en Salón de la Parroquia Santa Teresita de Gualeguaychú.

En la Catedral San José, el martes 17 a las 19.30 hs tendremos misa en memoria de monseñor Jorge Ramón Chalup, de quien en julio próximo se cumplirán 50 años de su fallecimiento. Concelebraremos con los sacerdotes de la diócesis. Allí mismo, a las 20.30 hs podremos compartir la presentación de la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia”, sobre el amor en la familia. Estará a cargo de monseñor Pedro Laxague, obispo de Zárate-Campana, presidente de la Comisión Episcopal de Laicos y Familia. Monseñor Laxague es uno de los cuatro obispos argentinos que participó del Sínodo en Roma en octubre del año pasado.

 
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