Día del Niño

20 de Agosto de 2017

Fabián Magnotta: "Los buenos recuerdos son como cimientos para las felicidades futuras"

Columna de opinión por Fabián Magnotta, Director Periodí­stico de Radio Máxima.

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Día del Niño

 

Para empezar, cuando yo era niño tenía fiequillo. Tengo testigos vivos.
Mi viejo tenía un jeep, y para mí subir ahí era tocarle la oreja a la luna.
Mi mamá me traía libros de cuentos cuando yo me engripaba, y me preparaba la bolsa de agua caliente.
Tenía a mi hermano, que me proponía jugar al ajedrez para ganarme.
No era tan comercial la historia, pero está.
Yo tenía triciclo. Y tenía una pelota de goma, y el placer de ir caminando a la escuela por la calle Urquiza. Y para jugar adentro, se hacía una pelota con una media de nylon de mamá y se la llenaba de papeles. Prueben esto en sus casas.
Y aprendí a hacer barcos de papel, me lo enseñó una maestra genia, y cuando llovía corríamos carreras en el agua que se juntaba en la calle. No había tantos autos y sabíamos que no íbamos a morir.
Así que tenía barcos que no importaba si se mojaba mucho, total armaba otro.
Tenía botines. Los lavaba después de cada práctica, y Sherlock Holmes no hubiera encontrado una huella.
Tenía bolitas, competíamos entre nosotros. También figuritas.
Tenía abuelos, imagínate. Una me hacía flan casero, con el otro que había estado en la guerra, reventábamos la vereda en Año Nuevo. Tenía tíos, unos próceres.
Tenía un loro y me pasaba horas para enseñarle a hablar. Debe andar por el patio.
Tenía Reyes. Les preparaba el agua. No dormía para ver si los atrapaba. Y tenía Papá Noel, ese gordo amigo.
Tenía una perra que una vez me destrozó las zapatillas nuevas. A mí no me gustaban, pero nadie lo supo.
-¿Qué vas a hacer cuando seas grande?- me preguntó un primo.
-Voy a trabajar en la radio, como esos que se escuchan- le dije.
El primo me miró extrañado. La vocación por escribir se expresó por primera vez a los 11 años, cuando hice el guión de una obra de títeres. Otra seño me enseñó a fabricar los títeres, la cabeza se hacía con un mate y papeles pegados.
Amaba el circo y quería irme con ellos. Ahí conocí los leones, siempre me fascinaron.
En los cumpleaños tomaba un micrófono virtual y cantaba y bailaba como Sandro, para divertir a los asistentes, ja, karaoke gratis.
¿El amor? De niño también existe. La mamá es la primera y la de siempre, hermosa gordita celosa. Y creo que la segunda fue alguna seño, pero yo me enamoré de dos, y una maldita un día se casó con otro bastante más grande…
Todo aquello me dio felicidad. Y no es tan aquello. Dios y la vida te devuelven esos instantes en los hijos, o en la felicidad de otros niños o gurises, como decimos por acá. 
Reconocería al triciclo entre miles. Es ahora que me subí al jeep. Es ahora que sigo armando el rompecabezas, y que pruebo el dulce de leche casero de mi vieja. Y agradezco lo que la vida le regaló al flaquito del flequillo. Los buenos recuerdos son como cimientos para las felicidades futuras.
Sólo quisiera que no haya ningún niño sin sonrisa y sin juguetes.

Por Fabián Magnotta

Director Periodístico de Radio Máxima

 
Asociacion Mutual Frigorifico Gualeguaychú

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